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''La Vida solo es Importante Cuando se Lucha y Cuando se Ama'' Juan Loyola.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Serie Documental Rodriguista; Raul Pellegrin 'Comandante José Miguel''

Raúl Alejandro Pellegrín Friedmann, el “comandante José Miguel” o “Rodrigo”, nació en Santiago el 28 de octubre de 1958, en el barrio de Independencia. Era el segundo hijo del matrimonio conformado por Raúl Pellegrín Arias y Judith Friedmann, militantes comunistas que en 1960 se trasladaron a Cuba para incorporarse a la construcción del socialismo en la isla. De regreso a Chile en 1964, Pellegrín ingresó a la Alianza Francesa donde inmediatamente se destacó como líder de grupo y por sus innegables condiciones como nadador. En 1972 participó de los trabajos voluntarios convocados en apoyo al gobierno de Salvador Allende y estando en uno de ellos, en Combarbalá, ingresó a las Juventudes Comunistas.

El golpe de estado de 1973 lo sorprendió en una gira de estudios en Isla de Pascua, al regreso de la cual debió ingresar junto a su familia a refugiarse en la embajada de Alemania, debiendo partir al exilio rumbo a ese país.

Con su familia radicada en Frankfurt, a los 15 años, comenzó a participar de las actividades de los chilenos en el exilio: organizó el conjunto folclórico "Víctor Jara" y fundó las Juventudes Comunistas en esa ciudad. Luego estudió Ingeniería, inicialmente en Alemania, terminando un ciclo en una universidad francesa, del que se tituló por correspondencia.

En 1976 su familia se trasladó nuevamente a Cuba, donde se inscribió en la carrera de Medicina. Pese a ello, un par de meses después optó por dejar sus estudios universitarios para asumir, junto a muchos otros chilenos, la carrera militar incorporándose a la escuela Camilo Cienfuegos, dependiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias Cubanas (FARC). Desde allí egresaría a fines de 1978 con el grado el grado de Subteniente.

A comienzos de 1978, Pellegrín, junto a otros oficiales chilenos, decidió viajar a Nicaragua, para incorporarse como asesor militar de una columna guerrillera en el Frente Sur del ejército Sandinista.

Su personalidad fue retratada por diversos testimonios en el libro "FPMR, el tabú del conflicto armado en Chile", del sociólogo Hernán Vidal. Un ex comandante en Jefe de la Fuerza Aérea de Nicaragua testimonia en ese escrito: "En ese tiempo lo nombraron asesor de la Segunda Región Militar. Era un hombre de tremenda nobleza, puro e inteligente. Muy creativo y con tremenda disposición para el trabajo. Se casó con la capitán Francisca Herrera, con la cual tuvo una hija, Carla Iskra. El ayudó mucho a la formación combativa de nuestras tropas".

También la capitana Francisca Herrera, su esposa nicaragüense y madre de su única hija, contó que solía criticar las actitudes conservadoras, el aferramiento a lo tradicional, la incapacidad de debatir en profundidad y apegarse a los formalismos. “El exigía tenacidad, audacia, abnegación, madurez...", recordó.

Pellegrín, en ese tiempo llamado “Rodrigo”, fue retratado en otro libro por uno de sus “soldados”, Ricardo Palma Salamanca: “Rodrigo gozaba de la constante militar, había sido oficial a cargo de verdaderas tropas en la guerra nicaragüense. A fines de los setenta Rodrigo, que aún no era Rodrigo, sino Raúl Pellegrin Friedmann, estudiaba medicina en una de las tantas aulas predispuestas para el beneficio de los jóvenes revolucionarios. Nicaragua hervía con sus desgarros patrióticos, Centro América era una olla destapada con comandantes y militares al mando de los países. Así, de un día a otro Raúl dejaría de ser Raúl para convertirse en Rodrigo, abandonando los arsenales médicos por los arsenales militares de las nuevas tierras que se liberaban. Así llegó a Cuba como muchos otros, se hizo soldado con rango, luego se fue a Nicaragua y se hizo comandante de los sublevados. Ya Raúl era Rodrigo”.

Años más tarde, en un escrito de 1989, Galvarino Apablaza, el “comandante Salvador” recordaba así a su entrañable compañero de lucha; “Con José Miguel, naturalmente nos unía una ideología, y los sueños de ver florecer una nueva sociedad en nuestro país. Nuestra relación se fue forjando al calor de la lucha popular contra la dictadura y en condiciones de clandestinidad. Estos lazos se fortalecieron previamente con nuestra incorporación al frente sur “Benjamín Celedón” en la lucha antisomocista, en Nicaragua, integrando una brigada internacionalista formada por combatientes de distintas nacionalidades. Hasta ese entonces me era más conocida la figura de su padre, también llamado Raúl, quien desde otra óptica contribuyó a la preparación política de este contingente. Fue a partir de la lucha antisomocista que se inició una relación con el “Chico”, la cual profundizaríamos luego en Chile hasta su caída en 1988. En Nicaragua, José Miguel integró un primer contingente de treinta hombres en una brigada formada en su gran mayoría por nicaragüenses y tan sólo por seis chilenos. Luego de la victoria, José Miguel fue destinado a la zona occidental y junto a otros compañeros -entre ellos Vasily Carrillo- y al mando de la comandante Dora María Téllez comenzaron a desarrollar allí las fuerzas militares. En todo este proceso, él se fue destacando por su responsabilidad, consecuencia y aportes políticos, llegando a formar parte del equipo de dirección política partidaria en Nicaragua. Fruto de su decisión y capacidad formó parte de una propuesta de diez nombres realizada a la dirección del PC para implementar su regreso al país. Una vez en Chile, y como jefe del Frente, su rol fue más allá de los requerimientos operativos de un aparato, destacando sus aportes políticos al enriquecimiento de la Rebelión Popular del PC”.

Como afirma Apablaza, luego de su estadía en Nicaragua, a mediados de 1983 Pellegrín retornó a Chile para convertirse en el fundador y principal mando del Frente Patriótico Manuel Rodriguez, adquiriendo desde ese momento el grado de “comandante”.

El desarrollo del Frente, su organización, y la evolución de sus técnicas operativas, se vieron relacionadas directamente con él, que desde ese momento asumió el nombre de “comandante José Miguel". Su aporte político fue determinante en todo el proceso de creación del FPMR y en el proceso de ruptura con el PC en 1987, así como en diseño de la estrategia de la Guerra Patriótica Nacional y las acciones posteriores.

La formación política, técnica y moral que desarrolló "José Miguel" es hoy señalada en numerosos testimonios; “Era el jefe preocupado del profesionalismo de los combatientes, de su bienestar emocional, fue el que desarrolló todo un código poético y un lenguaje propio del FPMR, rescatando las tradiciones de la lucha por la Independencia. Fue el que busco formar combatientes impregnados de la esencia humana del pueblo, el hombre obstinado en erradicar vicios y costumbres muñequeras y politiqueras para construir un tipo de rodriguista transparente, sin dobles discursos, y consecuente”, señala un ex frentista.

Su preocupación por la situación de los militantes siempre ocupó un lugar primordial, como es citado en otro testimonio: “Estaba convencido de que la historia y las revoluciones las hacen hombres y mujeres comunes, sin mucha experiencia al principio. La preocupación constante de Rodrigo era hacer de los rodriguistas hombres sensibles y acerados. Acerado era un adjetivo que usaba con frecuencia…alguna vez nos dijo; "Para la revolución nunca hay momentos buenos para morirse. Hay que ir por un camino de victorias y no de derrotas. Nuestro pueblo ya tiene demasiados presos".

"José Miguel nos ayudaba con una crítica muy fuerte. Había que conocerlo para comprenderlo bien. Su preocupación por la gente era constante, un rasgo muy típico de él. Sintetizaba lo que es humildad, sencillez, la sensibilidad de un revolucionario", cuenta otro rodriguista que le conoció.

Otro testimonio señala: “El establecía de inmediato relaciones de principio con uno. Eran relaciones muy profundas, de mucho respeto. No estaba con el manotazo en la espalda. Te decía 'Buenos días', la mano firme, 'asiento' y empezaba el diálogo no dejando lugar para el chistecito. Se imponía por presencia. Le gustaba Colo Colo y cuando podia iba al estadio confundido con la masa, le gustaba el grupo 'Los Prisioneros', la 'Nueva Trova', y la interpretación del clavecín".

Pellegrín impregnó al Frente de su gran entusiasmo revolucionario. En el marco de una entrevista se refirió con gran claridad al contenido de éste: "La grandeza de la lucha revolucionaria es que permite pasar por sobre las contradicciones, los egoísmos y los riesgos; de ahí el desprecio a la muerte por una causa noble".

Cuando a principios de 1987, “José Miguel” se enteró que el Partido Comunista planeaba cambiar a tres de los seis “comandantes” que en ese momento integraban la cúpula frentista, terminó por convencerse que el FPMR debía iniciar su carrera en solitario, y sin el apoyo del partido, que renunciaba sin miramientos a la lucha armada que ellos mismos habían impulsado.

En medio de la discusión con el PC, "José Miguel" escribió una carta que alcanzó circulación restringida, y que retrataba su pensamiento al respecto; "Las soluciones que se están adoptando implican que el Partido hace abandono del trabajo militar. Creo que existen responsabilidades personales que la historia del movimiento revolucionario en Chile no podrá olvidar. Opino que si se ponen jefes militares que la base no respeta, los militantes del Frente no se subordinan a ellos. Quien crea que en una fuerza armada las cosas se arreglan entre amigos quiere decir que no tiene una remota idea de lo que es una fuerza militar. Para que esta fuerza sea revolucionaria tiene que haber cariño por los mandos, confianza en su capacidad de dirección, en su prestigio demostrado en los hechos...".

Según el testimonio de su hermana Carla, luego de la separación del PC en 1987, “José Miguel” se abocó de lleno al rediseño del nuevo Frente Autónomo; “una de las ultimas veces que estuve con él fue en La Habana en 1988. Al escucharlo hablar, pensé que mi hermano había enloquecido. ¡Estaba tan alucinado con el rediseño del Frente! Estaba convencido que había que encontrar una nueva forma de ver las cosas y salirse de los viejos esquemas del Partido. Lo vi lleno de energía y proyectos, a pesar del sufrimiento que le provocó la muerte de sus compañeros en la Operación Albania. Después lo vi un poco antes del plebiscito de 1988. El sacó carnet de identidad, pero como era riesgoso retirarlo del Registro Civil, mandó a mi padre, que se llamaba igual, a buscarlo. Mi papá, orgulloso y feliz de poder ayudarlo, cumplió con el pedido y le mandó el carnet embutido en la caja de una corbata. El día que le entregué el ‘regalo’, nos encontramos en un sector del barrio alto. Atardecía y dimos una vuelta a la manzana. Cuando nos despedimos, me contó que se iba al sur y que nos veríamos a la vuelta. Me dio un beso y lo vi perderse entre unos edificios”.

El 21 de octubre de 1988, el “comandante José Miguel" participó directamente en las acciones programadas como inicio de la Guerra Patriótica Nacional, instancia que el mismo había impulsado, y que consistía en las tomas de las localidades rurales de La Mora, Aguas Grandes, Pichipellahuén y Los Queñes. El encabezó la operación en Los Queñes.

Luego de la toma del poblado, el grupo liderado por “José Miguel” procedió a un repliegue que se vio dificultado por el cerco represivo. Luego del primer día de retirada, el grupo de combatientes decidió separarse para continuar la huida en distintas direcciones. Pese a ello, días más tarde uno de los grupos fue cercado por la policía, en el sector de La Rufina, siendo todos sus integrantes detenidos. Entre ellos se encontraba “José Miguel”.

El trágico fin del líder del FPMR se vio confirmado el 30 de octubre, cuando los cuerpos sin vida del “comandante José Miguel”, y su pareja y brazo derecho, Cecilia Magni Camino, la “comandante Tamara”, fueron encontrados flotando en las aguas del río Tinguiririca. Al momento de su muerte Raúl Pellegrín cumplía 30 años.

Muchos ex frentistas concuerdan hoy que “José Miguel” no debió participar directamente de la acción y que fue traicionado por un compañero de armas. En su reemplazo al frente del FPMR asumió “Salvador”, líder natural del destacamento cubano.

Hoy existe la convicción judicial que tanto Raúl Pellegrín como Cecilia Magni, fueron detenidos, torturados y arrojados al río Tinguiririca en estado agónico.

Durante los últimos años, Carla Pellegrín, médico, y hermana menor de Raúl, no ha cejado en encontrar la verdad y enjuiciar a los culpables de la muerte de su hermano; “La versión oficial de su muerte fue que él y Cecilia Magni se habían ahogado. Sin embargo, cuando vimos su rostro en el ataúd, tenía lesiones que contradecían esa versión. En los días siguientes, se interpuso una querella y recién a fines de 1989, tuvimos acceso al sumario. El contraperitaje de un tanatólogo concluyó que Raúl murió por acción de terceros y fue arrojado al río Tinguiririca en estado agónico. En el sumario se establece que Raúl y Cecilia fueron detenidos, probablemente en la tarde del sábado 27 de octubre. No se sabe lo que ocurrió entre ese día y el miércoles 31, cuando aparecieron los cuerpos, con fecha de muerte presumible 28 de octubre. Con esa información, se deduce que estuvieron detenidos alrededor de 24 horas, siendo salvajemente torturados. No tenían impactos de bala, lo que indica que sus muertes fueron horribles. Las torturas fueron con saña. Hay una lesión específica que para mí ha sido muy fuerte; Raúl tenía sangre en los ventrículos cerebrales. Ello indica que lo golpearon tanto que le provocaron una hemorragia cerebral. Yo espero que esa lesión la haya sufrido al principio, para que estuviera inconsciente en la tortura. Hay otras lesiones brutales, pero de verdad, no puedo hablar de eso.
Además pienso que en la muerte de mi hermano hubo traición. Alguien de la propia organización los delató. Hemos establecido, a través de relatos de campesinos de la zona, que las fuerzas de carabineros tenían demasiada información sobre el. Sabían que buscaban a Raúl Pellegrín. Nosotros hemos tratado de saber toda la verdad. Pero lamentablemente nos ha faltado cooperación. Los rodriguistas que estuvieron con el en Los Queñes han ayudado mucho a la investigación, pero otros no. Respecto de la traición nunca sabremos la verdad, a no ser que alguien quiera aliviar su conciencia”.

Para los rodriguistas, la figura de Raúl Pellegrín seguirá perdurando en el tiempo, así como sus ideales revolucionarios; “Con aciertos y también con errores y defectos que lo completaban como ser humano, Raúl se ganó el respecto y el cariño de todos los rodriguistas, incluso de sus adversarios políticos. Sigue estando junto a nosotros con su carácter indomable y sus infatigables deseos de luchar”.

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