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''La Vida solo es Importante Cuando se Lucha y Cuando se Ama'' Juan Loyola.

domingo, 25 de mayo de 2008

Vida de Marulanda: Adiós, viejo!



El fenómeno de la vida de Manuel Marulanda ha llegado a su final. Una vida signada por el mito y la leyenda. Pero los revolucionarios también somos de carne y hueso y como tales nuestra vida es igual al dialéctico discurrir de todo ser viviente. Nacer, crecer, reproducirnos, morir. Pero en todos esos fenómenos, vivir la vida.

Pero hay hombres que viven la vida a pesar de la muerte. Esos hombres han hecho la diferencia en la humanidad y han hecho que ésta dé saltos hacia delante. Esos hombres son revolucionarios, duélale a quien le duela, árdale a quién le arda!

Galileo Galilei, es un ejemplo. Marx otro genial revolucionario. Lenin otro más. Simón Bolívar. José Martí. Ernesto ‘Ché’ Guevara, el ideario revolucionario guerrillero. Y cada hombre o mujer revolucionarios han sido denigrados, atacados, vilipendiados, y algunos asesinados, por los detentadores del statu quo. Todos han tenido que enfrentar las más viles acciones de los ‘poderosos’ del mundo y de sus propios países. Porque ellos pretenden parar el caminar hacia delante de la humanidad.

Manuel Marulanda entra ya a ese selecto grupo de hombres. Un hombre que como revolucionario era de una humildad que aterraba. Nunca se le vio denigrando de nadie. Ni siquiera de sus contradictores, los militares y los oligarcas colombianos. Tampoco de los gobiernos de Estados Unidos, que él sabía en últimas eran los que trazaban los planes de guerra con que agredían –y agreden-, masacran, al pueblo colombiano.

Contrario a la estatura moral de Marulanda, veremos –ya vemos- que los asesinos del pueblo, los justificadores de sus crímenes, emborronarán cuartillas y medios, y el ciberespacio, con sus asquientas diatribas con quién siempre les respetó sus puntos de vista. Esos ‘terroristas mediáticos’ tratarán de negar lo innegable: Manuel Marulanda es el hombre más importante de la historia colombiana desde la segunda mitad del siglo 20 hasta este siglo 21.

No es por el simple conteo matemático. Manuel Marulanda como guerrillero sobrevivió a 17 presidentes colombianos y a innumerables cúpulas militares cuyo único propósito era destruirlo físicamente, porque ellos creen que las obras de los revolucionarios terminan cuando sobreviene su muerte. No. Están muy equivocados. Los revolucionarios con sus quantums, protones, electrones, y demás partículas permanecen vivos después de la muerte. Es como dice el cantautor fariano, Julián Conrado, ‘hoy estás más vivo, más vivo’ en sentida canción a Jacobo Arenas.

Y la verdad es que Manuel Marulanda triunfó sobre sus enemigos de clase. Nunca fue tocado por las balas asesinas del imperio y la oligarquía colombiana. Y no es por no haber combatido, ya que él participó en innumerables combates por la vida. Manuel Marulanda muere de muerte natural. Su corazón –que es el que sabe hasta donde llega la vida de cada ser-, le dijo: ‘viejo, hasta aquí’.

Pero Marulanda deja además una inconmensurable obra. Obra de un revolucionario. Su más importante legado es que por larga que sea la lucha, hay que encararla con dignidad y con humildad. Y de su pensamiento, de su ideario, que no tuvo ínfulas pequeñoburguesas de ‘escribirlas’, impregnó todo el accionar revolucionario de las FARC, su Ejército del Pueblo. Sus ‘muchachos’, desde Cano hasta el más humilde de los guerrilleros y milicianos, son herederos de la Dirección Colectiva que siempre utilizaba Manuel Marulanda.

En las FARC-EP no verá el enemigo de clase del pueblo colombiano fisuras de ninguna especie. No verán ‘lucha por el poder’ –como si la vemos hoy en las ‘huestes’ uribistas-, ni lucha por ser primero, segundo, tercero, o décimo, o último. Todos están imbuídos del pensamiento de Manuel Marulanda y a todos los farianos les enseñó ‘como era que la cosa era’ en la práctica, la madre de la sabiduría revolucionaria.

Sin saber la noticia de su muerte escribíamos por estos días sobre ‘los imprescindibles’. Y ahí señalábamos a Manuel Marulanda y al Secretariado Nacional de las FARC. Y esa es la más incontratable verdad. En ese artículo decíamos: “Y esos imprescindibles están día a día, de toda la vida, luchando contra un régimen corrupto y mafioso y paramilitar como el colombiano. Esos imprescindibles están encabezados por Manuel Marulanda y por los miembros del Secretariado de las FARC. Ellos se ganaron ese título de ‘imprescindibles’ por haber entregado sus vidas, 24 horas al día, minuto a minuto, segundo a segundo, a la causa del pueblo, su razón de ser”.

Parece mentira que se pueda querer a una persona sin conocerla físicamente. Para mi Manuel Marulanda era como mi segundo padre. Admiración total. Y aunque mi discurrir como revolucionario tomó rumbos diferentes a los de él y su organización, es imposible doblegar el nudo que se me forma en la garganta. Por eso le digo ante su muerte: ‘Adiós, viejo’. Quizá así le diré a mi padre biológico cuando él muera.

Paz en tu tumba! Eso es nuestro más sentido deseo. Que las águilas comedoras de carroña no alcancen tus restos mortales –ya andan buscándote para mostrarte como trofeo y para secuestrarte ya muerto como han secuestrado a Camilo Torres, Raúl Reyes, Iván Ríos, y a miles de combatientes más-, para que junto a Bolívar inicien juntos el tránsito de la construcción de la Patria Grande.

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