BLOG OFICIAL DEL MOVIMIENTO LOYOLIANO DE LIBERACION CULTURAL-M.L.L.C.

''La Vida solo es Importante Cuando se Lucha y Cuando se Ama'' Juan Loyola.

viernes, 18 de mayo de 2007

Machurucuto, historia genial de una invasión


Primera parte

EL COCAL DE LOS MUERTOS

1

Nos embarcamos a las seis de la mañana del día 3 de mayo de 1967. Fidel estuvo con nosotros toda esa noche, acompañado por el comandante Guillermo García, que era el jefe del partido en Oriente, uno de los combatientes de la Sierra Maestra, y por su gente de seguridad, entre quienes se encontraban los hermanos de la Guardia, Tony y Patricio. Toda esa noche Fidel la dedicó a leernos y comentar sus partes de guerra de la Sierra Maestra, que llevaba consigo en un libro voluminoso y muy bien encuadernado. Leyéndonos esos documentos y dándonos orientaciones sobre cómo deberíamos proceder hasta dar con la guerrilla. Que se suponía iba a estar en un caserío llamado La América, en las cercanías del cerro de El Bachiller, en el Estado Miranda.

El desembarco debía tener lugar en un sitio llamado El Cocal de los Muertos, tal como figura en el mapa: latitud 10 11' 14 N; longitud: 65 35' 22 W. Una zona de cocoteros sobre una franja de playa muy cercana a la carretera de Oriente, lo que nos permitiría llegar rápidamente hasta ella, cruzarla y adentrarnos al monte sin ser descubiertos.

Toda esa madrugada nos la pasamos en eso: escuchando en silencio el incesante consejo de Fidel acerca de cómo debíamos proceder. Recuerdo que como a las seis de la mañana uno de los hombres de seguridad le dijo a Fidel, que seguía hablando y hablando y hablando y dándonos consejos: "Comandante, los muchachos tienen que embarcar". Entonces caminamos hacia el muelle -habíamos sido trasladados días antes desde Pinar del Río a Santiago de Cuba y alojados en la impresionante mansión que fuera de los Bacardí, propietarios del famoso ron cubano, un verdadero palacio con un muelle propio de suficiente envergadura y calado como para que se apostara en él un barco de guerra disfrazado de navío pesquero, artillado hasta los dientes-, nos embarcamos rápidamente, siempre acompañados de Fidel, que subió con nosotros. Entonces nos obsequió a quienes íbamos en la expedición, un reloj Rolex. El Rolex famoso ese, el submarino. "El mejor reloj para un guerrillero", nos comentó al dárnoslo, "pues no importa la circunstancia, en el monte, en el agua, en cualquier sitio funciona". Nos regaló un reloj para cada uno -a Moisés Moleiro, a Eduardo Ortiz Bucaram, a Américo Silva y a mí. Y nos dio un Rolex adicional para que se lo entregáramos a Américo. "êste se lo entregan a Américo". Puesto que, como he relatado antes, se suponía estaría comandando la lucha en el Frente Guerrillero de El Bachiller. Y como relaté antes también, el encuentro de Fidel con Américo a mediados de 1965, del cual también participé y que se prolongó por tres días completos, con sus respectivas noches, fue un encuentro extraordinariamente afectuoso. Fidel quedó realmente encantado con Américo. Cayó rendido ante su encanto. Lo atendió de una manera espléndida, especialísima. Tanto así que cuando nos vamos a embarcar le da a Moisés un reloj extra, con ese encargo específico: "éste se lo llevas a Américo".

2

Del barco debían bajar a dos millas de la costa y frente a El Cocal de los Muertos dos lanchas tipo comando. En la del desembarco propiamente tal veníamos los ocho combatientes que debíamos infiltrarnos y cuatro tripulantes a cargo de la misión, especializados en las faenas de desembarco. Como que habían participado anteriormente en el desembarco de Luben Petkoff, Arnaldo Ochoa Sánchez y un grupo de 14 otros cubanos para integrarse al frente guerrillero comandado en las sierras de Falcón por Douglas Bravo. Eran cuatro hombres rana entrenados para ese tipo de operaciones: Tony Briones Montoto, Manolo Gil Castellanos, Torres y un tal Pico, gente con una gran experiencia, que con los ocho guerrilleros constituían la tripulación de doce hombres. Y en la otra lancha, de apoyo, había otros doce hombres, también de una gran experiencia, fuertemente armados y dispuestos a respaldarnos por si se producía alguna emergencia en el momento del desembarco. Esa lancha tenía órdenes directas de Fidel de trenzarse de inmediato en combate en cualquier circunstancia y brindarnos todo su apoyo para hacer posibles el desembarco y la infiltración hasta dar con la guerrilla de El Bachiller.

Las instrucciones de Fidel eran contundentes y muy precisas: en caso de alguna emergencia todo el mundo debía desembarcar e integrarse a la guerrilla. Cada uno de nosotros, incluido los tripulantes de ambas lanchas, traía diez mil dólares y diez mil bolívares en billetes, en efectivo. êramos 24 hombres en total, de modo que traíamos doscientos cuarenta mil dólares y doscientos cuarenta mil bolívares. Al cambio de Bs. 4,30 por dólar, una media de dos mil quinientos dólares más por persona, esto es: sesenta mil dólares en dinero venezolano. Para la época, una verdadera fortuna. A instancias de Fidel, que solía visitarnos en medio de la noche en la casa en que pernoctábamos en Pinar del Río, durante nuestro entrenamiento, para revisar hasta el más mínimo detalle de nuestros preparativos, se había decidido dejar los FAL, el arma de combate del ejército venezolano, y llevar AKA 47. "Por lo menos para el desembarco y las primeras escaramuzas", nos había dicho. "Es mucho más eficiente y liviano en esas tareas. Ya se harán con suficientes FAL conquistados al enemigo".

El nombre de los cuatro cubanos es inolvidable, pues se trataba de combatientes de la más alta significación en el ejército cubano, lo que demuestra la extraordinaria importancia que le asignó Fidel al desembarco y más en particular a la guerra revolucionaria en Venezuela, que creyó se resolvería a favor nuestro en el corto plazo. Eran importantes no sólo por lo que fueron, sino por lo que llegarían a ser. Ellos eran: el comandante Raúl Menéndez Tomassevich, jefe máximo de la guerra de guerrillas contra los campesinos que se levantaron contra Fidel Castro en El Escambray, la llamada "guerra de bandidos", en donde tuvo poder de vida o muerte, ampliamente ejercido; posteriormente general de división, miembro del Estado Mayor, héroe de Cuba y jefe de misión en µfrica, fallecido; el capitán Ulises Rosales del Toro, hoy también general de división, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, miembro de la Asamblea Nacional del Poder Popular, miembro del Consejo de Estado, ministro del Azúcar, desde 1997 y actualmente hombre clave en la Nomenklatura junto a Raúl Castro. Héroe de Cuba. El cuadro lo completaban el capitán Silvio García Planas y el médico de la misión, Harley Borges Un grupo de elite. Si a ello se le agrega la presencia en Falcón, junto a catorce otros combatientes de elite del ejército revolucionario cubano, del entonces capitán Arnaldo Ochoa Sánchez, que llegara a convertirse en el general de más gloria y nombradía en la historia del ejército revolucionario cubano, héroe en Angola, en Sudáfrica y en Etiopía, combatiendo entonces en el Frente Guerrillero de Falcón junto a Douglas Bravo y Luben Petkoff, te puedes dar una idea de lo que Venezuela significaba para Fidel Castro. Debo agregar un hecho que demuestra la irónica crueldad de la historia: Ulises Rosales del Toro y Raúl Menéndez Tomassevich formaron parte del jurado militar que condenó a muerte al general Arnoldo Ochoa Sánchez y a Tony de la Guardia veinte años después de estos sucesos, en 1988.

3

El barco en que veníamos llegó a las 2:00 de la madrugada al punto frente a las costas venezolanas en que debíamos desembarcar, llamado El Cocal de los Muertos. A dos millas de la costa. Los 24 hombres en las dos lanchas de desembarco debíamos llegar impulsados por nuestros motores fuera de borda hasta un cierto punto, a partir del cual debíamos seguir a remo y en absoluto silencio hasta tocar playa. Las dos lanchas estaban unidas por una guaya. De manera que si todo transcurría sin problemas, una vez desembarcados, esa lancha de apoyo debía halar a la de desembarco, llevarla hasta el lugar en que se encendieran nuevamente los motores y regresar al barco sin ninguna novedad. Cuando nos encontrábamos como a una milla de la costa se nos apagó el motor. La tripulación intenta encender el motor de repuesto, y tampoco prende. Entre una cosa y otra perdimos unos cuarenta y cinco minutos. Que dada la situación eran de oro. Hasta que finalmente logramos poner en marcha el otro motor y continuar nuestra ruta, tal como lo habíamos pautado. Así fue como vinimos a dar cerca de la playa.

Entre tanto, en las faenas de desembarco, la guaya que unía a ambas lanchas se había hundido, enredado y roto entre los corales. Lo cual ocasiona que las dos lanchas queden desconectadas. Es aquí que pesa en mi consideración de los hechos que entonces se sucedieron el deseo de Briones Montoto y los otros tres compañeros de incorporarse con nosotros a la lucha guerrillera. Porque Briones, a cargo de un walkie-talkie, bien pudo solicitar auxilio de la otra lancha para que viniera a recogerlos: donde caben doce caben dieciséis. Y regresar todos juntos al barco. Para mayor desgracia incluso trataron de volver a encender los motores y por más esfuerzos que hicieron, no prendieron. Entonces Briones, en vez de comunicarse con la otra lancha solicitando auxilio, interpretó que ésa era una emergencia y que en consecuencia podía sentirse autorizado a desembarcar y seguirnos a nosotros. Llamó por walkie-talkie a la otra lancha, les dio orden de regresar de inmediato al barco y les comunicó que él, en su emergencia y siguiendo las instrucciones dadas por Fidel, bajaría a tierra.

Pero claro, de esto nosotros no sabemos entonces absolutamente nada. Ya estamos caminando por entre los cocoteros rumbo a la carretera de la costa. Tanto así que al pasarla comenzamos a subir y me comunico por última vez con el barco indicándole que todo ha salido perfecto y ya estamos en la montaña.

(Continúa).

Etiquetas: , , , , , , ,

2 comentarios:

A las 5 de septiembre de 2014, 4:34 , Anonymous Anónimo ha dicho...

Este escrito parece un plagio, un fragmento, del libro "La Invasión de Cuba a Venezuela" de los autores Antonio Sánchez García y Héctor Pérez Marcano. Libros de El Nacional 2007. Esta bien divulgar la historia, pero los derechos de autor no deben ser vulnerados.

 
A las 8 de abril de 2016, 16:38 , Anonymous Alexander Dorado ha dicho...

Ciertamente es un fragmento del libro "La Invasión Cubana a Venezuela" de los autores Antonio García Sánchez y Héctor Pérez Marcano 2007 de Libros de El Nacional. Deben respetarse los derechos de autor.

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio